DIABETES
La diabetes es una enfermedad crónica que ocurre cuando el páncreas no produce suficiente insulina o cuando el cuerpo no puede usar eficazmente la insulina que produce.
La insulina es una hormona que regula la glucosa en sangre. Es justamente la encargada de que, la glucosa que entra al torrente sanguíneo, entre a dentro de las células y pueda ejercer su potencial de acción.
La hiperglucemia es el aumento de la glucosa en sangre o aumento del azúcar en la sangre, es un efecto común de la diabetes no controlada y, con el tiempo, provoca graves daños en muchos de los sistemas del cuerpo, especialmente en los nervios y los vasos sanguíneos. Los pacientes suelen sentirse fatigados pues, esa glucosa, se encuentra solamente circulando entorpeciendo las funciones metabólicas, no dentro del aprovechamiento celular, donde debería estar.
El aumento de la glucosa en sangre causa alrededor del 30% de las muertes cardiovasculares.
Los síntomas de la diabetes pueden ocurrir repentinamente. En la diabetes tipo 2, los síntomas pueden ser leves y pueden tardar muchos años en notarse. Por esta razón, es indispensable ubicarnos en la escala del riesgo de padecerla y actuar a tiempo.
Los síntomas de la diabetes incluyen:
Sensación de mucha sed
Necesidad de orinar con más frecuencia de lo habitual
Visión borrosa
Sensación de cansancio
Perder peso involuntariamente
Algunas de las múltiples complicaciones que lleva padecer la enfermedad son daños irreversibles a los vasos sanguíneos del corazón, los ojos, los riñones y los nervios.
Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de problemas de salud, como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal.
La diabetes puede causar pérdida permanente de la visión al dañar los vasos sanguíneos de los ojos.
Muchas personas con diabetes desarrollan problemas en los pies debido al daño a los nervios y la falta de flujo sanguíneo lo cual los lleva a “no sentir”. Esto puede causar úlceras en los pies y puede llevar a la amputación inclusive de la pierna completa, o bien, ser la causa de una sepsis generalizada y producir la muerte.
Justo aquí, es donde la terapia molecular tiene su grande importancia. Existen esquemas preventivos, desde la detección de resistencia a la insulina , o incluso, ovariopoli quístico. Se manejan esquemas de tratamiento donde se busca utilizar la menor dosis y el menor número de fármacos para lograr cifras estables. Y claro, el tratamiento oportuno de las complicaciones que ya empiecen a aparecer como parestesias (alteraciones de la sensibilidad como piquetes o entumecimiento de piernas, por ejemplo), disminución de la agudeza visual o cifras renales alteradas.
Por otro lado, se puede incluir en el abordaje de la cetoacidosis diabética o estado hiperosmolar, ambas, urgencias médicas.
El lograr un verdadero control, dentro de las alternativas más saludables y prevenir la aparición de las secuelas y complicaciones que la enfermedad lleva, es uno de los fuertes de este tipo de terapias que buscan restablecer los mecanismos de autorregulación fisiológica de cada persona.